08 septiembre 2006

el espacio vital

"Quién hubiera creído que se hallaba, sola en el aire, oculta, tu mirada..."
Mario Benedetti





Hablando con mi amigo Alex sobre los espacios y la vida y otros miles de temas de los que siempre hablamos, entró también el del espacio vital. Un tema curioso, la verdad, porque uno no se da cuenta de estas cosas hasta que habla de ellas, hasta que un día se plantea: ¿Cómo será mi espacio vital?.
Aparentemente soy una persona con un "espacio vital" fácilmente transferible, parece que a las personas no les cuesta mucho acercarse a mi, primero porque me dejo y soy fácil, segundo porque me abro y no le tengo mucho miedo a la piel, al contacto, esto último sería lo tercero, claro. Aparentemente, no me da miedo tocar a las personas, aparentemente soy abierto y extrovertido, aparentemente no soy demasiado tímido y muy sociable, y al parecer también, hablo mucho de mi. ¡Demasiado últimamente de mi!, como también hablé entre iconos del messenger con este amigo Alex y más tarde con Oihana también en casa, a los que me quejaba yo de esto último. De eso hablaremos otro día...



Estando viviendo yo en inglaterra, la primera vez, con 19 años, cuando me acerqué a una chica que me presentaron darle dos besos, la chica se puso nerviosa y retrocedía con unos tacones que no la ayudaban mucho, ya que se quedaban fijos en la moqueta de la cocina. Al besarla tembló, pero yo no me sentí incómodo, aún sabiendo que había estado hablando de mi, sabía que temblaba por la invasión de su espacio. Ella murmuró algo con risa floja, algo como "qué español" (it´s so spanish!). Luego no sabía ni dónde mirar, entonces si me sentí ahí un poco incómodo, quizás como si la hubiera cogido de la cintura con una mano, y mi mano con mi brazo enganchaba su cuerpo y ella cerca de mí, y luego con la otra mano suavemente por el cuello, la hubiera acercado y besado apasionadamente, desplegando los labios y dejándo que mi lengua se hiciera paso entre sus dientes, hasta encontrarse con su lengua seca, despierta y cálida, apartándome después y diciendo como si nada "soy Marcos, me llamo Marcos", con mis ojos clavados en sus labios ya no tan secos, y su sabor en los míos.
Pero no fue así, solo le di dos besos y me fijé en el detalle de sus tacones en la moqueta, y que era guapa y no tan tímida. La moqueta estaba un poco gastada. Todo esto fue más que suficiente para invadir su espacio vital...

¿Qué siente la gente cuando invaden su espacio?, ¿Qué sientes cuando hay alguien cerca de tí y te roza?, ¿Qué sientes cuando es una persona que te excita o te atrae o te gusta o todo lo contrario se acerca?, ¿qué sientes cuando te lo invaden desde lejos, con una mirada o con una sonrisa?, ¿dejamos que invadan nuestro espacio solo las personas a las que deseamos o tampoco a ellas?. No lo sé. No puedo pensar por vosotros o vosotras.

Pero yo puedo empezar a contestar, y creo que no me importa tanto que una persona invada "mi cutre espacio" si me gusta estar con esa persona y si la persona respeta mi estado de ánimo, que casi siempre es bueno, aunque haya algunas veces que me guste estar calladito y pensando en mis cosas, volándo por NuncaJamás con ese vientecillo en la cara.
Cuando alguien me roza sin querer o queriendo..., ¡Dios!, ¡tengo unos recuerdos del instituto imborrables!, sintiendo una mano perdida en un pupitre verde que se chocaba con la mía sin ninguna intención y provocando terremotos, y más tarde con otra y su cabello rubio y largo que volaba dándome en la cara, montado en una moto vespino de copiloto, o de los últimos y más bonitos, en la sala de ordenadores de la facultad intentando hacerme un hueco en un teclado que ya empezaba a ser para dos.... pufff, invasiones terroríficas que me ensanchaban el pecho y expandían mi pupila hasta hacerla de un solo color.
Con la mirada me han invadido muchas veces también, pero ninguna como en la facultad (¡maldito edificio lleno de tantas cosas!), una que atravesaba todo lo que cogía por medio, verde y marrón, fulminante y rapaz, como si me hiciera el amor en medio de los pasillos, encima del mostrador de la fotocopiadora, en mitad de un examen que ya sabía que iba a suspender. Pero también tengo otra, una que no la olvidaré tampoco, una noche en el descanso de los autobuses de Madrid-Granada, en Casa Marcos, en medio del descampado de los aparcamientos, se me cruzó una mirada apabullante, erótica y dulce, nos miramos unos minutos que se hicieron años, sin palabras, yo pensaba que iba en mi mismo autobús, así que jugué a su juego sin pensar que se montaba en otro autobús amarillo como el mío, pero que no era el que iba a Granada, sino a Madrid. Nos miramos por la ventanilla, como si te despidieras de alguien que ya conocías tanto que ibas a echar de menos mucho, como si hubieramos dejado muchas cosas sin hablar. No he vuelto a ver a esa persona, pero he sentido su mirada muchas veces invadiendo mi espacio y mi memoria.


Creo que la mayoría de las veces dejamos que invadan nuestro espacio aquellas personas que nos gustan, dejamos que nos abracen los amigos más tiernos, nos dejamos besar por los labios más cálidos, damos dos besos o uno en el centro y desactivamos la barrera para que la otra persona sienta nuestra piel, haciendo de su espacio, el nuestro. Sin tener que ver con el deseo, sino con todas las cosas que sentimos por esas personas. Quizás por eso, cuando no correspondemos a un sentimiento, es más dificil corresponder a ese espacio, todo se hace más grande y la invasión hasta duele. A todos nos ha pasado encontrar a alquien que nos daba miedo abrazar, vaya que pensara otra cosa diferente, que mis brazos hacían otra cosa diferente que los suyos.
Mi espacio vital, mi espacio vital real soy yo, lo más profundo de mí, lo que no quiero que toque nadie, lo que no mucha gente toca, el momento en el que yo estoy conmigo mismo e intento acceder a mí mismo y la otra persona se cruza en medio, liberando todo lo que es, de su cuerpo hacia mi.



De este anuncio hablamos también mi amigo Alex y yo. A mi me encanta la escena de la cama cuando se funden los espacios, también me encanta que haya un doblaje tipo documental en todo el anuncio, como si hablara de algo muy serio, muy estudiado.
En cierto modo lo es, cada espacio es diferente, y cada uno significa una cosa diferente, unos son más grandes y otros más pequeños, unos son más "vitales" dentro de la vida de la persona que otros, unos son más físicos y otros son más psicológicos (como el mío).
Y ahora pregunto yo a vosotros y vosotras...


¿Cómo es tu espacio vital?, ¿Qué dimensiones tiene?, ¿qué abarca?, ¿más fisico o más psicológico?, ¿quién atraviesa ese espacio?...

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Al decir vital ya implica una condición que es el estar vivo.
Depende de mi ánimo en ese momento. Para mi es importantísimo y dificil de traspasar. El roce simplemente me hace saltar chispas y ponerme los pelos como escarpias. En mis distancias cortas no entra casi nadie. quien entra se queda., eso también.

Unknown dijo...

Mi espacio vital es...como un toro...No, pues no sé, espacios vitales, eh? puede que lo haga...
El espacio vital pa mi que es más piscológico, es como el tiempo, que depende de como se viva. A veces apetece mucho que sea invadido y a veces molesta. A mi me encanta que me abracen y tal, que los amigos se toquen y esas cosas, pero a mi me cuesta mucho. A veces pienso que nos excedemos con tanto beso y pienso que el modelo inglés es estupendo, la manita para todo el mundo y ya está. Para mí, que a los tíos nos molesta menos que nos invada este espacio un desconocido/a y las tías lo rompen más en plan confianza (a lo mejor acabo de hacer un comentario super machista que merece todo vuestro desprecio).

Pero como resumen te diré que te encantan las discusiones bizantinas. Y ole tú.

Mau y marramamiau

María Esquitin dijo...

Antes de nada, gracias por visitar mi blog, y si descubres el modo de no recordar, espero que lo olvides pronto, porque es necesario para avanzar dentro de nosotros mismos.
Me ha llamado la atención lo de la moqueta en la cocina (debe ser una cocina en la que no cocina nadie, porque vamos.. jajajja), y lo de besar una boca seca, ¿eso no es desagradable?.
Me ha gustado tu visión de las cosas. Para mi, el espacio vital es distinto siempre, como las gotas de agua en el cristal. A veces quiero y necesito estar sola, y otras, me gusta correr con otras o fundirme en una más grande con otra del mismo tamaño.
Un beso.

Beatriz Pérez Doncel dijo...

Yo he descubierto cual era mi espacio vital cuando lo han invadido. A veces me ha molestado, otras me ha vuelto loca. Pero siempre he conocido su límite porque alguien se tomó la libertad de sobrepasarlo.
O no es eso lo que hacemos cuando queremos saber hasta donde podemos llegar con alguien?
Besitos

Miada dijo...

Sí que ha dado tema este anuncio, la otra noche comentaba con el susodicho sobre eso..."espacio vital", ¿es sólo físico?. Respecto al físico tengo mis pegas, no me gusta nada que se me acerquen más de la cuenta, ni roces, ni nada por el estilo la gente que no tiene mi confianza, una vez dentro de mi círculo, soy todo lo contrario, cariñosa, besucona y hasta pegajosa... extraña contradicción.
Respecto al psíquico, para mí mucho más importante, por desgracia no le controlo tanto, dejo entrar a la mayoría de gente en mi vida y no me doy cuenta de lo mal hecho hasta que es tarde...

Un beso.

FRAN dijo...

Me gusta este anuncio, me gusta la cara de la chica en el metro. Mi espacio vital es invisible, sólo lo noto cuando, como dice donialoca, alguién se cuela de alguna forma.
A veces es físico, y el que aumente su tamaño o disminuya depende del lugar, de las personas y de mi humor. Creo que esto último es el detonante de que mi espacio vital sea invisible, traslúcido u opaco. Su tamaño también varía, desde querer estar solo, sin nadie a varios kilómetros de distancia, hasta querer que me abracen fuerte, que me aprieten mucho.
El psicológico es psicológico, creo que no lo puedo explicar ni definir. También depende en gran medida de mi humor y tiene tantas variables como se puedan pensar. Las miradas, las palabras, los olores, el tacto...

Creo que es fácil atravesar mi espacio sin que me moleste, pero es muy sencillo que pegue patadas (físicas y psicológicas) para que salgan de él. No me gusta cuando se aprovechan de la ventaja de estar dentro de mi espacio vital.

Anónimo dijo...

Este tema me fascina desde hace mucho tiempo y el anuncio me encantó. Hay anuncios que me parecen obras de arte, me emocionan. No me había dado cuenta de la voz que subtitula las imágenes como si fuese un documental. Creo que eso hace resaltar que aunque tengamos nuestro propio espacio vital hay uno genérico ya sea cultural como dice aniyu, psicológico o incluso de género. Hasta ahora siempre he pensado en el cultural por tener amigos ingleses y marroquíes. Por invadir a unos y sentirme invadida por otros hasta replantearme si realmente eran gays. El género y la orientación sexual hacen variar mi espacio vital con los demás. Pero también el lugar en el que me encuentre.
Creo que el espacio público, la calle, es un espacio de tíos y eso hace que el espacio vital de las mujeres tenga un diámetro más amplio. Así una mirada o una persona andando cerca de ti pueden interpretarse de manera distinta si eres hombre o mujer. Es algo que sabemos sin decirlo. Parece que solo se hace patente cuando alguien trata de romper el límite, porque siempre hay alguien que prueba los límites quizás para marcar el territorio.
A mi me han roto el espacio vital en la calle al babosearme palabras, perseguirme exhibicionistas y al tocarme de golpe (que no rozarme) eso ya si que es cargarse el espacio vital. Quizás por mirar sin tapujos lo que hay a mi alrededor o pasar por determinadas calles supongo que para algunos es una provocación de su espacio vital.