27 enero 2008

Praha: Epilogo y Fin de la Primera Parte

"... dices, que no se lo que digo, piensas que estoy de broma... lo dejas o lo tomas"
Ellos / Lo dejas o lo tomas







Ahora puedo escribir las cosas desde la distancia, desde que acabaron y son digeridas y vistas de otro modo, recordar hace que las cosas se valoren de otra forma, no quizás más objetiva, pero al fin y al cabo, se convierten en lo que nos quedamos, luego en lo que nos llevamos. Así son las claves de la memoria…
Ahora también he vuelto a Praga, al comienzo de la Segunda Parte, dónde todo es diferente ya de por si, desde la gente con la que vivo a la que le restamos (y de ahora en adelante en orden alfabético para no caer en prioridades) Alex, Alicia, Ana, Ángela y Rosario, y los que vivieron conmigo de una forma u otra: Guille, Isa, Rosa y Manu, hasta el lugar dónde vivir, de ese barrio de Kobylisy tan lejano ya, a un Narodni Divadlo en pleno centro, un piso de dos habitaciones dónde una de ellas es ocupada por uno de los antiguos miembros, el Henry.
Y la vida sigue…


Alex fue el primero que vi de la beca. Yo estaba sentado en el aeropuerto de Málaga, cansado, asustado y muy excitado por la idea de irme a vivir a Praga, pero había alguien que estaba mucho más que yo: Alex. Me reconoció del examen de inglés y ya se ponía a hablar con tropezones entre una palabra y otra, creo que en dos minutos dijo cien cosas y se fue a llamar por teléfono, a buscar a sus amigas de la beca de Florencia, etc. Cuándo llegó nos reunimos con el resto, buscando por el aeropuerto personas que tuvieran la misma carpeta que nosotros. Alex se convirtió después en mi compañero de cuarto, con el que pasamos buenas noches de conversaciones, sobre nosotros, la vida, el sexo, el amor, los deseos… y alguna que otra broma, dejando que habláramos como dos grandes confidentes. Alex ha sido una persona con grandes cosas que compartir, aunque hubiera veces en las que se encontraba un poco perdido, supongo que como todos nosotros en aquella casa, pero se prestaba a consejos, aunque el luego resultaba más sabio en algunas cosas. Me quedo con nuestras noches antes de dormir, las charlas, las noches en el Valentinos como niños sádicos, y aquella noche en Cracovia en la que salimos los dos…



Ángela llegó con la fachada más estrambótica de todos, la miré a la cara y a esos ojos tan profundos que tenia, nos encontramos con los dos besos de rigor, y supe desde ese momento que iba a hacer muy buenas migas con ella, la veía muy cercana a mi, además de tener un belleza muy particular. Y fue así. Había veces en las que nos encontrábamos hablando como si ya lo hubiéramos hecho antes, la confianza se hizo rápida entre nosotros, su forma tan libre de moverse en las situaciones nuevas me encantaba, así que ya aparecieron los primeros motes, nada originales, por supuesto, de ésta “loca del coño”, sumados a nuestros códigos de “otras no pueden, pero yo si…”. Pero Ángela se fue, estuvo un mes con nosotros y me quedé un poco confuso cuando ocurrió, sabía que era por razones de fuerza muy mayor, pero yo me sentía como un novio abandonado al primer mes de pasión. De Ángela me quedo con nuestros días de inglés, nuestras canciones, el torrente de energía que derrochábamos cuándo estábamos juntos, del enganche que tuve de ella en este país, drogados el uno del otro.



Ali(cia) era la más callada de todos, observaba a todos con detenimiento, parecía como si se ocultara tras un árbol y estudiara con detenimiento a los demás niños del parque, sin saber si encajaría o no en la nueva guardería. A mi me descolocó mucho en el aeropuerto, hablando sobre la convivencia, la noté rígida, y me hacía pensar en si sería buena idea tener tanta relación con ella, a mi se me da muy mal encajar las borderías o los malos humores “yo cuando me levanto no me puede hablar nadie, porque tengo muy mala leche”. Y efectivamente fue la persona con la que las cosas se construyeron sin materiales falsos, poquito a poco y con muy buenas consistencias, porque aprendíamos a querernos y a ver las cosas el uno en el otro e ir aceptando. Luego las fachadas son simplemente imágenes que damos, nada más, las durezas (no siempre, pero bueno) suelen esconder corazones resbaladizos que también necesitan ser alimentados. Ali(cia) me dio la comprensión de las cosas, alimentó muchas de mis necesidades e intentó siempre comprenderme para colaborar, mientras yo le ofrecía un psicólogo en abierto y un amigo en silencio. Pero todo poquito a poco, sabíamos que las cosas se harían mejor a fuego lento. Y así fue. Y así es. De Ali me quedo con algunas de nuestras miradas en silencio, conectadas al mismo pensamiento, de los consejos que nos dábamos tan acertados y tan poco llevados al terreno… tu ya sabes a qué me refiero.



Ana era la niña del colegio más nerviosa, desde el aeropuerto ya miraba a los demás como intentando encajar algunas frases suyas e ir perteneciendo al resto de una forma muy valiente, porque ella, aunque no pareciera, era muy valiente y era una de las cosas que más me encantaban de ella, aún así escondía su terror y excitación por la experiencia que iba a ocurrir en su vida. De Ana me encantó su entusiasmo, la forma en la que absorbía las cosas, quería aprender de todo, era limpia y esponja al mismo tiempo, no tenía problemas de desnudarse y mostrar lo que hubiera que mostrar, siempre que se devolviera con cariño, con bonitas palabras y con la razón de que estaba viviendo algo grande en su vida. Y ella hacía una pregunta tras otra, todo eran curiosidades, hasta de cosas que uno no se paraba nunca en mirar o responder, te volvía loco porque tenías ganas continuas de abrazarla y estrangularla, me decidí por el abrazo, porque con el estrangulamiento conseguía poco más que matarla, así que la abrazaba fuertemente siempre que podía. Me quedo de ella, entre mil cosas, la noche que pasamos juntos en el Popocaféptel (¡tú eres el Popo cariño mío!), charlando y bailando, y cuando conocimos al chico ese que al final no se fijaba en ninguno de los dos…¡Mamma Mía!.


Rosario tenía una presencia impresionante, ya no solo por sus rasgos, su altura y su perfecta figura, sino que desprendía a veces una fuerza que cegó algún que otro checo (y extranjero), pero la fuerza esa era al mismo tiempo su arma y su destrucción, actuaban en ella continuamente como un yin y un yan, apagándola y encendiéndola. A mi deslumbraba casi continuamente, cuando el yin actuaba y su vitalidad subía, era enérgica y graciosa, fuerte y brillante, pero cuándo actuaba su yan, se llenaba de dudas y se apagaba, afectando con la misma fuerza, quizás en eso me recordaba también mucho a mi. Desde el principio congeniamos muy bien, ya desde el aeropuerto me sentía muy a gusto con ella, me resultaba encantadora su forma de sonreír a la vida, aunque luego se fuera tornando a dudas y a exigencias, era crítica y verdugo con ella misma en algunas cosas injustas, y algunas más justas le costaba verlas. Nuestra relación estaba llena de cariño, aunque hubiera veces que nos queríamos y odiábamos al mismo tiempo, que en cierto modo esa es la forma más honesta de querer a alguien, la quieres y la odias porque la quieres. Aún así yo me quedo de ella todas nuestras charlas, nuestras confidencias, sus frases hechas, su coletilla de “A ver…” y de lo fácil que entró en mi para saquearme el corazón.



Enrique llegó al aeropuerto con su pelo largo y sus pintas de tranquilote, no cambió mucho la cosa, bueno, yo le bauticé con el nombre de Henry, porque el suyo se me hacía muy largo y me gustaba mucho más este. La amistad entre él y yo se fue construyendo poco a poco, pero con muy buena conexión desde el primer momento, de hecho nunca me imaginé (en el aeropuerto) que la fuera haber tan buena. Recuerdo nuestro primer paseo por Praga los dos solos, algunos vacíos en medio de las charlas y de cómo los fuimos rellenando y hemos llegado a tener un magnifico rollo entre los dos. Henry siempre ha aceptado todo lo que ha venido de mi, sin juicios, sin tonterías, ha sido todo oídos para todo y se ha hecho fácil el conocimiento entre ambos, yo creo que hasta hemos (inter)cambiado ideas sobre estereotipos que teníamos. De él me quedo con todo, porque sigue viviendo aquí y no puedo elegir, ahora mismo duerme en la habitación de al lado, y dijimos que nos levantaríamos temprano hoy, y yo llevo ya una hora despierto. Es una gran persona, llena de detalles y al mismo tiempo muy sencilla, quizás ese es su gran magnetismo.



Pero no todo acaba aquí…. El Epilogo se debió quedar en Kobylisy, pero no se pudo quedar ahí, a pesar de estar al principio más reacios a relacionarnos con más españoles u otros grupos, otras 4 personitas se hicieron hueco entre nosotros…


Del Manu poco voy a hablar, ya se lo he dicho todo y de hecho hay palabras para él en esta blog, para mí es fantástico, su formas tan sencillas de mostrarse y ese gran mundo interior entre Peter Pan y la sensibilidad extrema hacia su alrededor, lo hacían ante todo carismático, cercano y magnético.
Tengo todas las canciones mezcladas, pero “dejesé querer por una loca…” la guardo en Cesky Krumlov cantándola los dos al unísono.
La Rosa, hay que ver con la Rosa, como dominaba su humor, o parecía fuerte y tormenta, o se hacía una lluvia refrescante como la que más, estaba loca y cuerda al mismo tiempo, con una esquizofrenia preciosa que cuando le tocaban las bromas o ese sentido del humor tan increíble, era impresionante, lo que me he reído yo con ella, aquella noche en Dresden, y otras tantas veces, resultando mucho más graciosa de forma espontánea que contando chistes. Al principio pensábamos que pertenecíamos a dos mundos totalmente diferentes, y como el agua y el aceite, cada uno se quedaría en su recipiente, pero cambiamos la fórmula, porque la química tiene su cosa, que engaña y que hay mezclas imposibles que resultan prodigiosas pócimas. Me quedo con tu cariño, tan fresco y tan natural…
Isa era más callada, su mirada era la de una persona que podía adaptarse a cualquier situación, valía para un roto y para un descosío, era fuerte, no dejaba que cuestiones personales suyas le afectaran a las cosas que tenía que vivir, aunque se lo ponían difícil, si había que dar todo, lo daba. Me encantaba de ella la forma en la que contaba las cosas, haciendo una película de cada detalle, describiéndolo todo.
Guille y sus silencios, recuerdo cuando te miraba al hablar y asentía con la cabeza, me parecía encantador totalmente, era capaz de satisfacer a cualquiera, tenía un cariño muy particular, con una forma de transmitirlo más allá del contacto físico. Todas las charlas sobre música y lo que encartara, lo hacían una persona sencilla de entrar, estaba dispuesto a aprender lo que fuera de los demás y sin tapujos o complejos. Me hubiera gustado más que las chicas checas hubieran visto más las cosas que nosotros veíamos en él, porque seguro que habría sido un huracán. De Guille y sus Héroes…, su guitarra, sus canciones.



Un viaje tras otro, las quedadas en el Lucerna, que yo las abandoné a la tercera (que bastante), las reuniones botelleras en la casa de los cordobeses, las salidas, las comidas, las risas… hay muchas cosas y la mayoría también están ya en los volúmenes que he escrito, las demás, el resto, no están escritas pero ya las sabéis, porque vosotros también habéis tenido la oportunidad de mirar las cosas desde la distancia, en vuestras casas, con vuestra gente, en vuestro lugar, dónde no nieva ni hace frío y acordaros de esta ciudad, y de los que se quedaron aquí, bien porque querían más o porque no encontraban lo mismo que vosotros en España.


Comienza la Segunda Parte, gracias por haber estado en esta primera y haber hecho de este viaje toda una experiencia, de vida, claro está…


y ahora os toca a vosotros y vosotras...
por cierto, os echo (mucho) de menos....



la revolucion sexual / la casa azul