una tortuga se sube a un arbol, en el arbol unos pajarillos en la rama con ella, de pronto la tortuga salta y se pega una hostia, los demás pajarillos en la rama comienzan a reirse. la tortuga se levanta y sube otra vez por el tronco hasta la rama y salta, se pega otra hostia, y los pajarillos se ríen aún más, la tortuga sube otra vez por el tronco y un pajarillo le dice a otro "¿dejamos que se tire otra vez o le decimos ya que es adoptada?.

mi madre quería cortarme otra vez el pelo, siempre me lo cortaba ella siendo pequeñito. yo no quería, otra vez. estabamos en la terraza de casa y yo refunfuñaba cosas como "mi pelo es mio" o "me haces daño y yo no quiero que lo hagas", aprovechando el momento en el que subía los ojos al cielo y maldecía tener un niño tan pesado y tan poco complaciente, le arranqué las tijeras de las manos, corrí como un loco hacia dentro de la casa y ella me persiguió gritando mi nombre entero hasta con su apellido. Llegué a su dormitorio, que tenía un espejo grande, y justo cuando ella llegaba, cogí un mechón de mi pelo, del flequillo, y lo corté con una sonrisa diabólica. "Ahora te vas a quedar así", me dijo ella pensando en qué pena de tener un niño tonto.
Y así aparecí en la foto del colegio, con mi primer corte de pelo hecho por mí mismo, con mi camisa a cuadros tan bonita y con los ojos calientes de haberme reído mucho y haber llorado de tanto reir. Aún sigo cortándome el pelo solo, voy a una peluquería, me corto el pelo, y cuando llego a casa, cojo las tijeras y le doy el último toque, no me acuerdo ahora, pero seguro que pongo la misma sonrisa que delante de aquel espejo del dormitorio de mis padres.
De niño era muy bueno, mucho, no me quejaba por las cosas, no tenía apenas caprichos y solía ser muy gracioso, era todo un payasete, había veces en las que me ponía deltante de la televisión y hacía algúna tontería que había aprendido en clase, o algún baile o alguna estúpida canción de colegio, solo porque me encantaba la cara de los demás, sus sonrisas y risas, me daba la sensación de tener un poder especial para hacerles cambiar la cara y el día. hacerlos reir.
Vivía como Peter Pan en el aire, sin sombra y contagiando a los demás con polvitos de hadas para que también volaran. Porque a mi lo de volar, es algo que siempre me ha fascinado.
Hubo una vez en la que me subí a la terraza de mi casa, ya se que lo he contado antes, y con la sombrilla de naranjito me tiré para poder alzar los pies del suelo y volar. No resultó mucho y tuve suerte de no matarme o romperme la crisma. Cogía las tablas de las mesas del colegio, esas verdes, y me tiraba por la hierba de un campo que bajaba en cuesta al lado de mi casa, haciéndo rampas que me hicieran subir con la velocidad y dejar por debajo la tierra, y sentir el aire y esa sensación tan excitante de libertad. Quería volar.
Soñaba, como tantos niños, con surcar el aire y descender y ascender a mi antojo, por eso cuando vi la película de Mar Adentro y él soñaba eso, me emocioné como nunca me he emocionado, viendo las imágnes difusas de mis sueños de la infancia, nítidas sobre una pantalla. Impresionante.
Y es que siempre he tenido los pies un poco en el aire....
Hay otras veces en las que también he volado, la primera que besé, mi primer beso, y sentir como me movía en un torbellino de sensaciones, que me hacían ascender a mi enganchado a ella de los labios, sintiendo un extaño vértigo lleno de excitación, lleno de placer, ansiado desde los 8 años cuando la vi por primera vez. Otras, en una cama medio hecha, o en un sofá o en una ducha, sintiendo el vértigo de sexo y el sudor, sintiendo el calor de un cuerpo que se pega a otro, que se funde, que se une y se rompe, y mi lengua buscando refugio en todo su cuerpo. Si es que uno no sabe muy bien con qué cosas volará, así que busca, y alguna que otra vez, encuentra...
Tengo el sabor de todos los besos en mi memoria, el sabor de todas las personas a las que he besado, es curioso y no sé muy bien por qué mi memoria almacena este tipo de cosas y no cosas como si necesito aceite o tengo que echar algún papel, pero por un lado me encanta porque me recuerda momentos impresionantes, y por el mismo lado... no, porque me recuerda también los que me supieron muy bien, los que se despegaron y no volvieron. Hay algunos que me hicieron volar, la mirada atenta que se dirigía hacia mi pupila corriendo nerviosa y se estrellaba con los labios, las manos en la cara y la lengua en algún lugar ahí dentro, caliente y curiosa. He tenido besos ansiados y besos sorpresa, besos rápidos en mitad de una calle como plato de presentación de dos cuerpos desnudos para postre, besos lentos buscando un lugar dónde cobijarse y retozar enteros. Y he volado. ¿Y los que echo de menos?, los que echo de menos están muy lejos de aquí, los que me abarcan entero y me dicen cosas que son verdad, son los que me dicen cómo soy y lo que significo, son honestos y reales, no se lavan tan fácilmente, no se secan tán rápido, se sienten húmedos hasta con el paso del tiempo. Porque eso es lo único importante, lo único. Lo demás es caminar por la tierra.
Me encanta cuando saludo a amigos/as íntimos y nos besamos tiernamente en los labios, no con todo el mundo, claro, pero es la fusión de ese momento íntimo, lleno de cariño, sin ningún tipo de intención, pero cercano y suave. Quizás con la intención de sentir a la otra persona, una persona amiga y querida, cerquita de su calor y de su sabor, me gusta mucho dar uno en los labios y luego otro en la cara, así aprovecho el abrazo que también me gusta mucho, y me quedo ese instante con alguien que me encanta, porque lo suelo hacer con las personas que me encantan, aunque se queden algunas por ahí sin beso y otras, con beso pero sin encantar. Porque me imagino besando a mi amigo Dani (mi amigo de almuñecar, no tú Dani, que a tí si te doy besos) y luego mirándome con cara equivocada, aunque sus abrazos de bienvenida, me son más que suficientes, solo porque para él son algo de más.
Supongo que aquí termino el capitulo del aire, de ese que me corre al rededor, que a veces pasa por debajo de mis pies y me hace sentir cosas bonitas, que me hace ser más yo, esa persona que me encanta y de la que me siento más orgullosa, aunque aparezca poquito... esperemos que venga más a menudo y se quede a tomar café y a vivir.
¿A qué te saben a tí los besos?, ¿Cuales recuerdas con mayor cariño?, ¿cuales echas de menos?, ¿cuales echas de más?, ¿cuales ansias?, ¿cómo vuelas tú?, ¿cómo dejas que el aire se te coloque debajo de los pies?...
pd: No me deja poner más fotos, una pena, yo que tenía alguna que otra.... lo intentaré luego, ahora a publicar...Por cierto, el video es también de Iván Ferreiro, pero no es el original, es uno hecho por un fan, la historia se interpreta de una forma diferente a la que yo interpreté, pero bueno, es un trabajo hecho y hay que reconocerlo...